Marjoreyn Barrientos Donoso
Trabajadora Social y ArterapeutaDiplomada en Género y Políticas PúblicasFormación en Terapia FeministaAsociación Pro Naciones Unidas - ACHNU
El 8 de marzo se conmemora el Día de la mujer, en diversos territorios a nivel mundial, con el fin de generar procesos de concientización sobre la situación de las mujeres y las condiciones que nos permitan desplegar nuestro potencial, desarrollarnos autónomamente y acceder a protección en contextos de desigualdad, discriminación y violencia.
Dicha fecha surge a partir de las manifestaciones realizadas por las mujeres de principios del siglo XX en Europa y en Estados Unidos, exigiendo mejores condiciones laborales y el derecho de sufragio. Existen una serie de hechos relevantes que llevaron a escoger esa fecha, como el día de la mujer, destacando una gran marcha de trabajadoras textiles en el año 1857: miles de mujeres marcharon en protesta por los bajos salarios y las largas jornadas de trabajo. No obstante, un hecho que marca la conmemoración es el incendio en 1908 en la fábrica “Cotton Textile Factory”, en la ciudad de Nueva York, durante una huelga en reclamo por aumento de salarios, reducción de la jornada laboral y fin del trabajo infantil, 129 mujeres fueron quemadas en la fábrica en un incendio provocado por sus dueños, luego de que las trabajadoras se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.
Posteriormente en 1910 se realiza la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en la que Clara Zetkin propuso la instauración del "Día de la Mujer Trabajadora" y, en 1971, la Asamblea General de las Naciones Unidas invitó a los Estados a declarar un día por los Derechos de las Mujeres y la Paz Internacional.
Más allá de las institucionalidades, es una fecha que responde a la movilización -y pérdidas de vida de mujeres, las cuáles siguen ocurriendo en pleno siglo XXI-. En todo el mundo, el 8 de marzo es un día de manifestaciones y la ocasión de generar conciencia crítica respecto a la situación y brechas existentes en torno al género y de hacer un análisis de la situación de las mujeres -y de las niñas- en un mundo marcado por el patriarcado, la cultura de la violación, las guerras y porque no decirlo: de la violación sistemática de derechos humanos.
Al analizar las implicancias para las niñas y adolescentes de nacer, vivir y desarrollarse en dicho escenario, es importante relevar la deuda histórica del mundo adulto y de los Estados respecto a sus derechos humanos, debido a las diversas vulneraciones arraigadas en el sistema sexo/género y que van determinando patrones muchas veces -intergeneracionales- de abuso y sometimiento, lo que si lo analizamos interseccionalmente y desde la matriz adultocéntrica 1, generan contextos facilitadores para la vigencia del abuso, sometimiento y de las violencias hacia miles de niñas y adolescentes en el mundo.
En nuestro país de acuerdo con las proyecciones del INE, el año 2023 contaba con 4,47 millones de personas menores de 18 años con un total de 2,19 millones de mujeres (49.1%), así niñeces y adolescencias representan el 22.4% de la población de Chile. Según el Informe Anual de la Defensoría de la Niñez 2023, al analizar la situación de niñas y adolescentes (mujeres) respecto a delitos violentos, éstas presentan las cifras de victimización más altas en la mayoría de los delitos, excepto en homicidios. En abuso sexual y otros delitos sexuales, es particularmente significativa la diferencia: las mujeres víctimas son 250 de cada 100.000 y los hombres son 30 por cada 100.000. Por su parte, según denuncias ingresadas al Ministerio Público, la tasa de niños, niñas y adolescentes víctimas de explotación sexual comercial infantil entre los años 2021 y 2023 muestra cifras preocupantes en cuanto a la diferencia entre hombres y mujeres, éstas últimas presentan los porcentajes más altos: 83% en el año 2021 y 77% tanto en 2022 como en 2023 (Informe anual Defensoría de la Niñez 2023).
Al analizar dicho contexto desde el enfoque de género, es importante visibilizar los desafíos que tenemos como garantes de derechos en los procesos de socialización de género -proceso mediante el cual, niños, niñas y adolescentes aprenden las expectativas sociales, actitudes y comportamientos típicamente asociados con cada cual, en función de esto, dicho proceso constituye uno de los mecanismos mediante el cual se expresa la cultura política, se transmiten valores, creencias, mitos, símbolos, modelos de comportamiento y actitudes que asumen las personas en las diferentes etapas de su desarrollo sociocultural, (Begley, 2009; Eliot, 2009).- siendo fundamental el rol que juegan los diversos agentes socializadores como la familia, la escuela, las relaciones entre iguales, los medios de comunicación de masas, las pautas y valores que las infancias y adolescencias van asumiendo como propias.
En este sentido surgen diversos desafíos: ¿Cómo aportamos a desmantelar la cultura patriarcal a la base de las vulneraciones de derechos que afectan a las niñas y adolescentes? ¿Cómo generamos procesos educativos con enfoque de género, respetando las diversidades y particularidades del ser niña? ¿Cómo avanzamos en la construcción de sociedades que respeten la igualdad y la equidad de género? ¿Cómo enfrentamos de forma radical la cultura de la violación y las redes de explotación en nuestros territorios?
A propósito de la conmemoración del día de la mujer, es urgente impulsar procesos de transformación social, empezando por la concientización del mundo adulto respecto a las niñas como sujetas plenas de derechos y el trabajo de las causas sociales, estructurales y culturales de las vulneraciones, imbricadas en un sistema que perpetúa -generación tras generación- la dominación a partir del sistema sexo/género.
Así, nuestro desafío -como adultas/os- es desmantelar nuestros prejuicios, nuestras crianzas patriarcales, ejerciendo un rol efectivo de garante de derechos humanos -en sus distintos niveles-, generando espacios libres de discriminación y de violencia, y por último: capacitándonos en nuevas miradas que posibiliten avanzar interseccionalmente en la creación de mundos más protectores, defensores y conscientes para nuestras niñas y adolescentes.
El 8 de marzo reivindica la lucha de las mujeres por el buen vivir, por la equidad, la justicia y la igualdad y nos desafía a construir espacios de rebeldías, resistencias y resignificación en el cuidado, en la relación y la educación de niñas y adolescentes.
¡La lucha de las niñas por sus derechos, su dignidad e inclusión es hoy!
Referencias:
1 El adultocentrismo se refiere a “cualquier comportamiento, acción o lenguaje que limita o pone en duda las capacidades de los adolescentes por el solo hecho de tener menos años de vida” que un adulto (UNICEF, 2013).